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Pensamiento Regional en Salud
Prólogo
Es altamente satisfactorio poder leer y, más aún, ser invitada a prologar un libro que recoge los esfuerzos desarrollados en favor de la integración en Salud de los países centroamericanos, durante un periodo en el cual nuestros pueblos continúan luchando por construir la cultura de paz.
El texto, además de exponer algunos antecedentes de la tan ansiada unidad centroamericana, toma como punto de partida para el análisis del surgimiento del COMISCA y la SE-COMISCA el acta de fundación del Sistema de la Integración Centroamericano (SICA). Se refieren al Protocolo de Tegucigalpa, firmado en 1991 por todos los presidentes centroamericanos y que viene a consolidar el SICA con el ambicioso objetivo de convertir a Centroamérica en una región de “paz, libertad, democracia y desarrollo”.
Esa referencia trascendental resulta enriquecida con la mención a las reuniones del sector salud, reuniones de Ministros de Salud, Directores de Salud, Representantes del Seguro Social, entre otros, que desde 1956 hasta el 2016 han sido generadoras y orientadoras de las políticas y planes estratégicos de salud de los países centroamericanos.
El documento reconoce el papel de los órganos políticos del SICA y en particular del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica y República Dominicana (COMISCA) y su Secretariado Ejecutivo (SE-COMIS-CA) de cuyo trabajo durante diez años da cuenta este libro.
Los esfuerzos que por varias décadas han venido realizando los países centroamericanos en la construcción del pensamiento regional en salud se han visto fortalecidos con la creación de la estructura subregional constituida por COMISCA y SE-COMISCA. Gracias a ellos el seguimiento, evaluación y establecimiento de las políticas regionales y aún nacionales se volvieron posibles.
De hecho dos grandes planes de salud han sido formulados y desarrollados en lo que va de estos diez años. El primero abarcó el período 2010 al 2015 y constituye el primer Plan de Salud de Centroamérica y República Dominicana. El segundo Plan de Salud de Centroamérica y República Dominicana comprende el periodo entre 2016 y 2020.
Durante este intenso lapso de actividades también se emprendió la formulación de la Política Regional de Salud del SICA, que estableció un conjunto de principios rectores, como son la universalidad, la calidad, la integración e intersectorialidad y la salud como un derecho humano.
Para enriquecer esta perspectiva de trabajo, se impulsó la apertura del proceso de construcción de un pensamiento regional en salud, con base en cuatro pilares estratégicos: la visión regional, el enfoque político, la salud como derecho humano y la determinación social de la salud.
Hasta aquí una muy breve mención de los pasos importantes que se han dado en la búsqueda del pensamiento regional en salud, con especial referencia a los diez años de trabajo de la Secretaría Ejecutiva del Consejo de Ministros de Salud de Centroamérica y República Dominicana.
Esta década de trabajo y esta posibilidad de pensamiento regional no pueden verse separados de las aspiraciones de nuestros pueblos que han anhelado la integración centroamericana en forma integral, por lo cual no es posible ignorar los esfuerzos que otros sectores como educación y en particular educación superior han estado y están envueltos. Sin embargo, más aún no podemos olvidar la deuda que nuestras comunidades tienen por contribuir a hacer crecer a esta Centroamérica nuestra que debe avanzar unida y fuerte en un mundo cargado de desigualdades e injusticias.
Dra. María Isabel Rodríguez
Asesora presidencial para temas de educación y salud en la República de El Salvador
Unión centroamericana: un sueño por cumplir
El espíritu de unión en Centroamérica ha estado presente desde la vida colonial. Antes de la Colonia hubo fronteras. Los límites precolombinos eran lingüísticos, antropológicos, culturales, marcados por la naturaleza misma. Los ríos, los valles y las mesetas ayudaban a recordar aquellas fronteras intangibles. Sin duda alguna, aquella geografía proveía recursos y demandaba un modo de organización política que se mantuvo en el sustrato de las nuevas fronteras marcadas por la conquista europea.
La Centroamérica de tiempos coloniales era llamada por la gente de su época Reino de Guatemala. Aunque el término era totalmente impropio expresaba diáfanamente una noción de unidad interna y a la vez una idea de separación con respecto del Virreinato de la Nueva España.
La Audiencia de Guatemala tenía carácter de Audiencia Mayor, esto le daba cierta autonomía. Al serle otorgado ese rango, también se le adscribía de manera directa al Consejo de Indias, máximo órgano político-administrativo durante la colonia.
El territorio sujeto a la jurisdicción de la Audiencia Mayor de Guatemala se extendía desde la frontera divisoria entre los actuales estados mexicanos de Chiapas y Oaxaca, hasta una zona próxima a lo que ahora reconocemos como frontera entre Costa Rica y Panamá. Esta extensión incluía, por supuesto, a San Cristóbal de las Casas, Tuxtla y la región del Soconusco. La Audiencia estaba subdividida en gobernaciones, alcaldías mayores y corregimientos. De manera que el Reino de Guatemala se constituyó como una unidad política, económica, cultural y social a lo largo aproximadamente de tres siglos.
Durante los años iniciales del siglo XIX, el Gobierno colonial se encontraba en pleno declive. Las luchas de poder entre las élites centroamericanas delimitaron dos grandes etapas. La primera va de 1811 a 1823, con la proclamación de la independencia y la instalación de la Asamblea Nacional Constituyente. La segunda etapa comienza en 1823 y alcanza aproximadamente hasta 1840. En esta segunda fase, el reino se convirtió en república federal, siguiendo la estela revolucionaria e independentista de Francia y los Estados Unidos. Sin embargo, fue un momento de gran actividad bélica, se libraron numerosas batallas entre los Estados de Centroamérica por el control político de la región.
Para los años 1840 y 1841, la unión de repúblicas libre, soberana y moderna en Centroamérica pasó a ser un sueño. La república federal se fragmentó por completo. El último Estado en declararse independiente fue El Salvador.
Hacia la década que abre el año 1860, el momento de experimentaciones políticas había concluido. Las reformas borbónicas de finales del siglo XVIII y el proceso de independencia de principios del siglo XIX habían producido este auge de innovación, su influjo se acaba precisamente a mediados del siglo. Los intentos de unión continuaron, pero ninguno dio lo suficiente para alcanzar una unificación madura, realista y beneficiosa para las mayorías.
No vale la pena forzar las lecturas del pasado con preguntas acerca de lo que pudo ocurrir: ¿qué habría pasado si Centroamérica hubiese permanecido unida como República Federal? Estudiosos como Héctor Pérez Brignoli han señalado la irrelevancia de estas preguntas, hasta cierto punto retóricas y poco productivas.
Lo que sí resulta útil es mirar las realidades, hacer balances sensatos sobre el recorrido histórico de las naciones de Centroamérica. Por ejemplo, la realidad de Costa Rica prueba que es posible construir un Estado con bases democráticas y amplio desarrollo social, aún con los múltiples factores de dependencia de nuestras naciones.
En efecto, entrado el siglo XX, el espíritu unionista recupera aliento. Comienza un proceso integrador de diferente naturaleza, con mucho más realismo político, impulsado por necesidades pragmáticas, como la creación de un mercado común regional.